Horacio Verbitski decía que el periodista no tenía amigos, tiene fuentes, y quizás tenga razón, por algo este viejo y destacado periodista argentino, se ganó el apodo de "el perro", todo un sabueso investigador de casos de corrupción en el gobierno de Carlos Menem. ¿Pero tiene tanta razón?
Yo tengo muy pocos amigos, poquísimos, pero muchos excelentes compañeros a los que aprecio por su profesionalismo y calidad humana. Ryzard Kapuscinski, en Los cinco sentidos del Periodista, contaba: Durante mi experiencia profesional tuve muchos amigos que carecían de esta disposición de hacer amigos entre la gente, y tuvieron que dejar el periodismo porque no pudieron hacer mucho; y es que según el polaco, La condición fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro... el mejor camino para obtener información pasa por la amistad.
Entonces, pareciera que Kapuscinski está de acuerdo con Verbitski en eso de que los mejores amigos de los periodistas son sus fuentes. Sin embargo, ¿cuál debería ser el manejo correcto de las fuentes? ¿qué tan cercanas o distantes debemos mantenerlas? y creo que lo más importante ¿cuándo un amigo se convierte en fuente, y cuándo una fuente en amigo, dónde está el límite?
Leí con mucha antención este post del colega argentino Julio C. Perotti, profesor de Medios de Comunicación y Periodismo de Investigación en la Universidad Blas Pascal de Cóordova, en el que también reflexionaba sobre el tema, cómo los periodistas manejan sus fuentes, o cómo las fuentes manejan al periodista, y cómo esto influye en su valor más importante: SU CREDIBILIDAD. Perotti anota algo que me parece muy interesante: El periodista suele entablar relaciones promiscuas, en las que no se guarda la distancia necesaria que posibilite independencia de criterios. No hay ingenuidad en esta relación, la fuente siempre intentará manejar al periodista a partir de sus puntos de vista y el periodista creerá que el acceso a la información que requiere es más sencillo, no importa si en el medio se va la mitad de la verdad. Esto sucede en politica, en policiales, en espectáculos, en deportes... el personaje y el periodista se necesitan mutuamente.
Ahora, esta necesidad mutua, es normal, incluso aceptable, el uno tiene la información y necesita difundirla, el otro tiene el medio de difusión y necesita la información, pero aquí se genera un problema ¿qué tanto están dispuesto a arriesgar - o pagar - ambas partes, con tal de satisfacer sus necesidades? Perotti sigue reflexionando: El periodismo dejó de ser una vocación y pasó a ser un negocio... Disfrazarse de periodista es una manera sencilla para quien, en realidad, es un comerciante de la información. Y añade un factor importante, la fama de la que gozan algunos periodistas, y que sin duda será muy bien aprovechada por las fuentes interesadas.
Líneas arriba me cuestionaba sobre los límites que existen entre amistad y fuentes, y a qué debemos darle más valor los periodistas, al amigo o a la fuente. Kapuscinski valoraba mucho la amistad: Un periodista solo, no puede hacer nada porque su vida y su quehacer dependen del otro. Si uno no sabe relacionarse con la gente y ganarse su amistad, se ve impedido para desarrollar su labor profesional. Pero no la amistad como una forma de llegar a la fuente, porque tambien valoraba la confianza: Sin el apoyo y la confianza de los otros es imposible ejercer el periodismo.
¿Es un periodista un hombre de confianza?. Eduardo Arraigada, periodista chileno, en su blog, publica un analisis del best seller de Janet Malcolm "El periodista y el Asesino" que le envió una colega suya, Carolina García Huidobro: A partir de esta trama - dice García - Janet Malcolm plantea la tesis de que toda relación periodista - personaje tiene una gran dosis de falsedad o ambigüedad, ya que ambos ocultan sus verdaderos propósitos: vender una imagen por parte del entrevistado y encontrar las grietas de ese mensaje, por el lado del periodista. Y estas ocultas intenciones no pueden ser puestas sobre la mesa, porque de ser así la partida llega a su fin. Una tesis claramente desencantada y pesimista. Extraer "verdad" de un encuentro periodístico sería, bajo esta mirada, una ingenuidad.
Quizás uno de los periodistas mas polémicos en esta materia es Truman Capote, considerado uno de los padres del nuevo periodismo por introducir el estilo literario en la narración de hechos reales, y al que Carlos Yusti, escritor venezolano, llamó "Buitre con ademanes de paloma": La escritura, aparte de su bello rostro de niño perverso y de su golfa inteligencia, le permitió codearse con la crema de la cultura cinematográfica y literaria; le permitió tutearse con muchas personalidades del Jet-Set y de la política. Todos sabían que era un chismoso con mucho genio, pero así y todo lo atraían a su lado y le contaban algunos secretos profundos. Truman Capote fiel a su formula de observación directa convertía todo en material literario de altos kilates estéticos. Sin embargo los retratados en sus textos periodísticos y en sus novelas se sentían traicionados y heridos en sus orgullos.
Entonces, como decía Verbitski ¿los periodistas estamos condenados a ser seres solitarios, apestados de la sociedad, indignos de crédito? ¿o podemos ser como nos imaginaba Kapuscinski, buenos seres humanos, solidarios, capaces de conmovernos con las injusticias del mundo, aquellos que casi no existen?
Mi experiencia me dice que una fuente no te contestará el teléfono a las 3 de la mañana, no te recogerá del bar, ni pagará la cuenta de las 6 cervezas que tomaste, no se sentará a tu lado para escuchar tus problemas, ni te dará un consejo. Una fuente no te hará el padrino de sus hijos, no te prestará dinero sin plazos o intereses. Una fuente no se alegrará con tus pequeños triunfos, ni te dará un abrazo cuando sientas que has fracasado. Una fuente no te preguntará cómo has estado, cómo están tus padres, tu esposa y tus hijos. Una fuente es solo eso, los demás son amigos.