Un niño de apenas un año falleció ahogado en un pozo con agua, construido al interior de su vivienda ubicada en el asentamiento humano Mariscal Cáceres en el distrito de Chorrillos... Según se informó, el bebé cayó al pozo mientras jugaba y su madre se encontraba distraída. Ella no quiso dar detalles sobre los hechos, y según se supo asumió la muerte de su hijo con normalidad... Una enfermera del nosocomio indicó que hasta el momento de revisar al menor, se descubrió que no tenía vacunas, estaba mal alimentado, además de deshidratado por una diarrea no tratada médicamente hace tres días...
Cuando llegué al lugar, lo que más me sorprendió fueron las penosas condiciones en las que viven estas familias en el Asentamiento Humano Andrés Avelino Cáceres, pobres al extremo, sin duda su mayor preocupación es saber si habrá un pan en la mesa, antes que si ese pan será lo suficientemente nutritivo para cubrir los requerimientos básicos de alimentación. La zona era un muladar, una pestilencia, pues además de la crianza de chanchos, a los Pantanos de Villa acaban buena parte de los desperdicios de las residencias chorrillanas, todos los ingredientes para causar una infección estomacal de varios días de duración.
Los vecinos me contaron que la madre del niño sí estuvo distraida, porque minutos antes -ellos dicen- una indigente con problemas mentales apareció por el lugar, y fue en ese instante en el que su hijo habría caído al puquial -que no está dentro de la casa, sino a unos 3 metros- no saben cuánto tiempo estuvo bajo el agua, pero aseguran que su familia sí lo rescató, y que incluso intentaron reanimarlo, sin éxito.
Lamentablemente no encontré a la madre en el hospital María Auxiliadora, me hubiera gustado hablar con ella personalmente, pero el no tener su versión no significa que de por sentada la otra, entiendo que su reacción quizás no fue tan dolorosa como podría esperarse de una mamá que ha perdido a su bebé ¿acaso ello debe darme indicios de que algo no andaba bien? No puedo especular, que eso lo haga la policía, a mi sólo me queda describir los hechos lo más objetivamente posible.
Sin embargo había algo que era obvio, que ese puquial, que incluso ha sido rodeado con algunas piedras para que las personas puedan usarlo como lavandería o piscina, es un peligro, más aún si no hay supervisión adulta, eso no estaba en el parte policial de la comisaría, lo único que se necesitaba para darse cuenta de ello era ir al lugar.
Es verdad, a veces pensar lo peor nos da esa cuota de incredulidad que todo periodista debe tener, pero en una situación tan delicada como esta, es mejor no tomar parte.