A mediados del año pasado, Bush dio un encendido discurso a la población, alertando sobre los peligros de esta gripe y acto seguido, solicitó al Congreso una partida económica extraordinaria de 1200 millones de dólares para la adquisición de vacunas destinadas a proteger a su población, otros 2800 millones para la investigación de métodos más rápidos de producción de antídotos contra la enfermedad y de paso, 1000 millones más para la compra de medicinas. Enseguida apareció la solución mágica para combatir la pandemia todavía inexistente: El Tamiflu. Así el producto de Roche se convirtió en la nueva estrella de la industria farmacéutica, facturando 1000 millones de dólares durante 2005, cuatro veces más que en 2004. Los analistas coinciden en estimar en 1800 millones de dólares la facturación del fármaco para 2006.
Los periodistas la fabricamos, y alguien más saca ventaja de ella.