domingo, 11 de noviembre de 2007

El objetivo fue cumplido

Publicado en Marmota el 18 de Diciembre de 2004


Pasó un aniversario más de la Toma de la Embajada de Japón, en honor a la fecha, quiero reproducir, con algunas correcciones y actualizaciones, un artículo que escribí hace algunos años.
En Diciembre de 1996, 140 comandos militares se despidieron de sus familias, de sus hijos, de sus padres. Dejaron testamentos, cartas fianzas, cuentas de bancos y notas de despedida porque sabían muy bien que la posibilidad de volverlos a ver era muy remota. Los 140 soldados integraban el Comando Chavín de Huántar, el 22 de Abril de 1997 lograron rescatar con vida a 71 de 72 rehenes en la Embajada del Japón, tomada por 14 terroristas del MRTA.

Aquellos cuatro meses de negociaciones, en donde los emerretistas demostraron que no cederían en sus demandas hasta la muerte, sirvieron para entrenar y preparar una operación de rescate limpia. Recordemos que el 06 de noviembre de 1985 en Colombia 35 guerrilleros del M-19 tomaron el Palacio de Justicia en Bogotá, la fallida intervención del Ejército provocó una verdadera masacre, murieron todos los efectivos del M-19 y otras 53 personas, entre magistrados y civiles.

Sin embargo esa operación limpia, que convirtió en héroes al Coronel Juan Valer y el Capitán Raúl Jiménez, al morir en cumplimiento de su deber, fue manchada por una terrible acusación, la muerte de los 14 terroristas fue considerada una ejecución extrajudicial, y 12 de los 140 militares, fueron procesados.

Los detalles de la Operación son conocidos, el Ejercito se las arregló para introducir micrófonos en la Embajada. Con la complicidad de los oficiales invitados que permanecían como rehenes, conocieron los movimientos de sus captores, su rutina y sus conversaciones. Al mismo tiempo se construía en secreto túneles de acceso a la residencia, y cuando el cabecilla terrorista Nestor Cerpa Cartollini y sus compañeros jugaban al fútbol, una explosión proveniente del sótano inició el rescate.

Incluso se arrestó a uno de los oficiales que participaron en la operación, deteniendolo en la DIRCOTE como a un vulgar terrorista, comparando al héroe con el criminal, sin ningún respeto a la calidad de oficial, honor, ni a los rehenes rescatados que hoy se lo agradecen.
Uno de los hechos preocupantes de las órdenes de detención emitidas en contra de los oficiales investigados es que se puso en peligro la seguridad de los comandos y la de sus familias, quienes actuaron anónimamente en la operación, al divulgar detalles de una investigación preliminar que debería tener carácter de reservada.

Es compresible que el diplomático y ex rehén japonés Idetaka Ogura emitiera declaraciones insinuando las presuntas ejecuciones tomando en cuenta que al no estar relacionado con la actividad militar y en medio de la violencia de la operación, de los disparos y explosiones su percepción pudo verse alterada, cosa que se refuerza con el hecho que es el único de los 10 rehenes japoneses que, permaneciendo todos juntos, emitió estas declaraciones. También entra a tallar el hecho de que desarrolló cierto grado de cercanía con sus captores producto del Síndrome de Estocolmo y por razones de seguridad no fue informado de la inminencia de la operación.

En ese entonces fue lamentable que algunos medios de comunicación hayan tomado mayor importancia al impacto social de la noticia y hayan vivido su propia guerra, buscando los mejores elementos, videos exclusivos, declaraciones en primicia, peleándose entrevistados e incluso insultando honores, todo por mayor rating.

Hoy, a la luz de los hechos, queda claro que si hubo ejecuciones extrajudiciales en la casa del embajador, éstas habrían sido realizadas por personal ajeno al grupo de comandos de la operación Chavín de Huántar, y que ingresaron después que ésta terminara.

El Ejército está intentando limpiar su imagen del servilismo fujimontesinista al que fue obligado en la época de la dictadura, no se puede manchar una acción militar histórica, no puede ser negativa toda una operación en donde el objetivo fue cumplido, recatar a los rehenes.