domingo, 11 de noviembre de 2007

Tarata: 13 años después

Publicado en Marmota el 18 de Julio de 2005


Don Oswaldo Cava, recorre las tres cuadras del pasaje Tarata en Miraflores, ahora se luce con modernos edificios, prósperos comercios, bancas, flores... Hace trece años las cosas no eran así.

Hace trece años, el odontólogo Oswaldo Cava, perdió a su hijo Pedro, también dentista. El vehículo estacionado en la puerta del edificio donde funcionaba su consultorio, estalló de pronto. 500 kilos de anfo colocados por Sendero Luminoso el 16 de julio de 1992, hicieron volar por los aires el pacífico y clase mediero jirón miraflorino.

Pedro, 27 años, graduado en San Marcos, se encontraba en el edificio atendiendo a sus pacientes, a las 9:30 de la noche escuchó la primera detonación, la segunda no le dio tiempo a escapar.

A pesar del dolor, Don Oswaldo no quiere olvidar, y por el contrario cada año regresa desde Canadá, país en el que ahora reside, para conmemorar el atentado que cegó la vida de su hijo y la de otras 20 personas.

Para superar la tragedia, los residentes de Tarata, se han entregado a la fe en la Virgen del Carmen, pues coincidentemente el 16 de julio se celebra su fiesta religiosa. “El primer año fue horrible, parecía Londres en la Primera Guerra Mundial, ahora creemos en la paz y rechazamos la violencia, pero también creemos en el poder de la Virgen María, y las respuestas marianas contra la violencia han sido contundentes”.

Quizás por esta divina coincidencia, mas de 200 personas salvaron de morir, una de ellas es el hijo de Carmen Cano, durante varios días, los diarios lo dieron por desaparecido, pero la Virgen ya había hecho el milagro “Mi hijo estaba en la casa y se salvó de milagro, él estaba hablando con un amigo por teléfono, en la primera bomba salió por la ventana y se metió de nuevo a protegerse, la segunda detonación lo tiro al suelo, casi pierde los dedos, pero se salvó que es lo principal”.

Hoy resulta difícil imaginar que hace trece años, Tarata estuvo envuelta en llamas, en gritos de angustia de los vecinos buscando a sus familiares, convertida en escombros. Hoy los vecinos no sólo han reconstruido sus viviendas y sus negocios con ayuda de las autoridades, también han reconstruido sus vidas. De vez en cuando miran hacia atrás, la lección que dejo el atentado en la antigua calle Tarata, debe quedar bien grabada en la memoria.