domingo, 25 de noviembre de 2007

El policía, nuestro mejor amigo

Lima tiene más de 150 comisarías, sin contar los balnearios que durante los meses de verano se ponen muy de moda entre los periodistas. Todas y cada una de ellas fueron alguna vez escenario de una noticia, con mayor o menor relevancia, desde aquellas lejanas en Matucana, Huaycán o Santa Clara, hasta las más concurridas como Apolo o Alfonso Ugarte.

Hay un interés mutuo, un denominador común entre policías y periodistas, algo que conviene a los dos; mientras el periodista busca publicar la primicia, el policía desea que sus logros sean publicados; uno se apoya en el otro y ambos salen ganando.

Las comisarías se convierten en fuentes noticiosas indispensables, son los comisarios o sus segundos quienes avisan de "operativos" (aunque debería decirse "operaciones"), capturas importantes, denuncias impactantes, y de inmediato un contingente periodístico está raudo y listo en sus puertas. Siempre me he preguntado si los policías no tendrán algún problema judicial, o al menos interno, por hacernos conocer, previo al dictamen de un tribunal, sus casos.

Las presentaciones de detenidos son muy frecuentes, y son todo un show, los policías son unos actorazos. Para no comprometerse fingen el momento justo de los traslados, cuadran en la puerta un patrullero, sacan al sujeto del cuarto de meditación, lo hacen caminar muy despacio para que los reporteros podamos hacerle algunas preguntas, lo suben al carro y luego lo vuelven a meter a la comisaría, y lo hacen las veces que sean necesarias.

No importa que delito haya cometido, los policías siempre le encontrarán 4 ketes de pasta básica y 6 de marihuana, ocultos en alguna bolsita negra arrugadísima; curioso, pero no deja de tener lógica, es la diferencia entre pasar 1 ó 15 días en la carceleta, al final el fiscal desestimará la acusación por microcomercialización, pero los policías habrán tenido tiempo suficiente para investigar y encontrar las pruebas del delito que en verdad les interesaba.

Eso suele ocurrir con tipos denunciados por violación, pues es un delito difícil de probar cuando no son encontrados in fraganti, y la acusación de la agraviada ó agraviado no es suficiente. Recuerdo a un fulano en la comisaría de Mateo Pumacahua en Villa el Salvador que lo detuvieron mientras conducía su mototaxi, tenía 20 anos, y una chica de 14 lo acusó de violarla y embarazarla, necesitaban al tipo adentro el tiempo suficiente para hacerle todas las pruebas, así que por arte de magia los policías encontraron la bolsita negra escondida en la mototaxi, sumaron microcomercialización al expediente y el sujeto pasó 15 días en el Ministerio Público, a libre disposición del fiscal para someterlo a todas las preguntas y todos los exámenes que finalmente probaron que violó y embarazó a la chica de 14 anos.

Sin embargo, hay casos en que esta simbiosis policía - periodista no funciona, como cuando un agente del orden es el principal involucrado. Algo que jamás olvidaré fue la patética reacción del comisario de Sol de Oro cuando a su comisaría llegó intervenido por los serenos de los Olivos un policía que servía en la comisaría de La Ensenada. Ebrio y con su uniforme se atrevió a conducir su auto hasta el local del Serenazgo para reclamarles un supuesto robo, hizo un escándalo no digno de un agente del orden, los serenos no se intimidaron, lo redujeron, llamaron al 105 y lo llevaron detenido. Pero el comisario, en vez de analizar los hechos, hizo una cerrada defensa del policía, dijo que en su día de franco puede hecharse unos traguitos y que se puso su uniforme porque esa misma manana se reincorporaba a su labor, es decir admitió que el policía se iba a trabajar de boleto y aún con el turrón, pero lo justificó diciendo que muchos lo hacen, sin darse cuenta que un policía debe ser ejemplo con o sin uniforme, en día de franco o de servicio. Ojalá los hayan sancionado, a los dos.

Situaciones como esas hacen que algunas veces la relación caiga en crisis a veces muy severas, pero no tanto como para terminarla, pues mientras haya beneficios para uno y para el otro, el affair continuará.